"Dedicado a todos los que siguen queriendo ser diferentes y luchan contra aquellos que desean que seamos iguales"
Albert Espinosa.

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lunes, 1 de noviembre de 2021

Reforma ✨

Hace unos seis años que no publico una entrada en este blog, y hace algo más de diez que fue creado.

Siempre amé escribir, durante cinco años fui publicando cada X meses una entrada que me conectaba directamente y sin darme cuenta con mi yo interior. A veces eran estados de ánimo, a veces sueños, a veces historias locas que se me ocurrían. Lo que se ve muy claro, si a alguno le da por curiosear a mi antigua yo, es que todas y cada una de las entradas publicadas denotan tintes amargos, tristes, dramáticos...incluso cuando pretendía escribir algo alegre.

De repente un día, sin más, dejé de escribir. Casi más bien de publicar porque tengo bastantes borradores, aunque también fueron cada vez más y más escasos. Esa Alba diría que no sabe lo que sucedió, pero han pasado unos cuantos años y la que hoy escribe esto, lo sabe perfectamente.

Remontándome a mis primeros años como escritora blogger, era una adolescente que acababa de dejar atrás una -larga, si me permiten el apunte- etapa de su vida muy problemática; ocupó toda mi infancia y parte de mi adolescencia. Tenía mil traumas que no sabía que tenía; algunos de ellos aún siguen conmigo a día de hoy, y todo eso inconscientemente se veía reflejado en mi escritura. 

A mis casi dieciocho años aparecí por aquí. A los dieciocho y un punto, tenía el carnet de conducir, me había independizado y estaba convencida de que toda la basura que había vivido "de pequeña" (como si ya fuese muy mayor), no me afectaba para nada. Pero entonces, ya en el mundo real y a 1200km de casa, empezaron las relaciones socioafectivas truncadas. Una, otra, otra...y yo escribiendo dramas sin ton ni son.

Después de varias de estas, y me refiero a todo tipo de relaciones; laborales, amistosas, amorosas, incluso con mi propia salud...me di cuenta de que algo estaba fallando.

Se sentía extraño, era como si yo no fuese yo, o mejor dicho, no pudiera serlo. Digamos que tenía una forma de pensar y sentir totalmente diferentes a mi comportamiento. Quería ser amable y me veía siendo borde; quería ser buena persona y me veía manipulando (sin querer) a los demás; quería bailar, cantar y reír y me veía sentada y callada; quería ser cariñosa y cercana y me veía inmóvil, sin poder tocar a nadie y siendo un insecto palo cuando me tocaban.

La confusión que sentí en aquel momento es casi imposible de explicar pero estoy segura  de que muchos habréis pasado por esto de una forma u otra. Ahí, y también sin saberlo, comenzó mi sanación. Ese fue el primer paso; darme cuenta de que la Alba que mostraba no se correspondía con la Alba que sentía que era. El siguiente paso fue preguntarme porqué. Obvio no encontré respuesta en el momento, pero a base de preguntas llegué a averiguar que en realidad sí, que mi pasado me afectaba y me había dejado hecha polvo. Que tenía una niña interior asustada y dolida que estaba siempre a la defensiva y que aunque yo era -soy- una fuente de amor, la que se relacionaba con los demás era esa niña traumatizada.

No penséis que ahí acabó todo. Sé bien que la psicología nos invita a todos a abrazar a ese niño interior y sanarlo, y que lo lees y lo ves por todas partes, que todo el mundo te lo dice pero... ¿cómo cojones se hace eso? -con perdón-. Por este motivo estoy aquí, desempolvando mi blog. Porque después de seis años estudiándome sin parar, rascando y rascando en mis adentros, he averiguado como hacerlo y quiero contároslo.

Quiero hacerlo porque creo que puedo a ayudar a algunas personas que están pasando por lo mismo que yo y forma parte de mi esencia ayudar en lo que esté en mi mano. Creo también que puedo hacerlo porque no soy psicóloga, soy una persona de a pie como cualquiera de vosotros, que siente lo mismo que vosotros y sobre todo, porque he aprendido muchas cosas pero aún estoy en el proceso. No soy una gurú, soy una acompañante.

Tengo mis mentores; los cuales mencionaré más adelante; y he leído mucha autoayuda, pero jamás he dado con una persona que intente acompañarme sin haber sanado aún todos sus traumas. Ojo, no digo que no exista porque es probable que sí, pero digo que nunca ha llegado a mí, y que quizá me hubiese venido bien alguien que aún estuviese afrontando cosas y me las explicara bajo ese punto de vista en lugar desde el de haber resuelto ya todos sus problemas, así que yo quiero llegar a vosotros desde ese punto. Mi propuesta es algo peculiar, pero creo que la empatía de un todavía insano que te acompaña, puede ser diferente a la de un ya sano que te guía. No digo mejor ni peor, pero si diferente y creo que hay espacio para ambas. 

Mi plan es iros explicando todo mi proceso hasta llegar al día de hoy, con todo lo que ya sé y he sanado, lo que ya sé pero aún no he sanado y llegados a ese punto, lo que vaya aprendiendo y sanando en mi día a día. Estaré encantada de que me habléis, me preguntéis, incluso que me insultéis jajaja (spoiler: esto lo estoy aprendiendo ahora; el sentirme válida aún cuando no lo sea para los demás).

Como curiosidad, muchas personas muy cercanas a mí van a conocerme por lo que escriba aquí; papá...mamá...hermanos, familia, exes, amigos...bienvenidos.

Ojalá muchos queráis acompañarme y ser acompañados por mí en vuestro autodescubrimiento y sanación, desde ya os digo que es un camino duro, pero muy, muy gratificante. 

Nos leemos en la siguiente entrada. 😉



jueves, 27 de agosto de 2015

Drama Queen Madrugautofóbica.

Tres y cuarto de la madrugada. Una chica se deja el móvil en un banco. Era un móvil al que maldecía todos los días, al que no paraba de darle correctivos cuando se volvía loco; un móvil que deseaba que se rompiera o desapareciera de su vida. Cuando se da cuenta vuelve donde lo dejó y ahí estaba, parpadeando de lejos para ella en aquel banco. Cogió su móvil y se fue contenta pensando que por mucho que lo odiara, era suyo y permanecería con ella; todavía no había llegado su hora.
Al alcanzar la rotonda antes de llegar a casa, escuchó un coche venir de lejos...
Ella sabía lo que estaba a punto de pasarle. Empezó a pensar que sí era su hora, pero desaparecerían juntos. Se dió cuenta de que no le daba tiempo a esconderse detrás de ningún obstáculo. El coche avanzó y justo a unos metros, sintió en la espalda los tres balazos. Su móvil cayó al suelo.
Ella se sentía como si estuviera en una película americana. Empezó a pensar lo típico, pues, de una de estas. Creía que por haber pensado que todavia no había llegado la hora de su móvil, había atraído que fuera asi; el coche era una señal. Pero su móvil no desaparecería sin ella. Así que conforme el coche se acercaba, mas le temblaban las piernas y más rapido andaba para llegar a un contenedor que había allí al lado. No le daba tiempo, maldita sea. Estaba dispuesta a que su vida acabara.
El coche pasa junto a ella...eeeh! Un momento...son gente ¡NORMAL!
Lo segundo es lo que me ha pasado hace un rato. Lo primero es todo lo que se ha reproducido en mi mente hasta que ha pasado el coche. Soy una reina del drama madrugautofóbica.

sábado, 22 de agosto de 2015

Nada es imposible si todo es mentira.

En un pueblo de campo; sin a penas contaminación lumínica; Lucas y Ana, amigos de la infancia, charlan en lo alto de una colina. Ambos observan tranquilamente las estrellas, hasta que Ana...
-¿Crees que van a matarnos?
-¿Qué?, ¿quién?, ¿de qué hablas?
-Los de arriba.
-¿Te refieres a los dioses o algo así?
-¿Dioses?, si esa es tu forma de llamarlo...
-No te entiendo Ana, supuestamente solo hay dos formas de ver la creación de la vida. Religión y cienc...
-¡Bah!- interrumpe- supuestamente, tu lo has dicho. Yo no creo en nada de eso. ¿Qué pasa si todo es mentira?
-Deja los rodeos tía. Me vuelves loco.
-Quiero decir, ¿eres consciente de todas las cosas que no sabemos?, ¿de todas las cosas que nos ocultan?. ¿Qué pasa si la ciencia y la religión solo fueran cuentos para entretenernos?, ¿nunca te has detenido a observar el cielo, Lucas?, ¿nunca has visto luces que no corresponden a estrellas ni aviones?
-Hablas de extraterrestres. Estás loca, ¿por qué no lo dejas?
-Yo tengo mis creencias, al igual que los científicos y los religiosos. Y creo que nuestros dioses no son más que seres del espacio, de otros planetas; seres extraños para nosotros. Eso explicaría muchas cosas, ¿sabes?
-¡Ah!, ¿sí?; ¿y qué explicaría, chalada de pacotilla?
-Por ejemplo, explicaría porqué hay millones de personas que dicen haber visto OVNI's en el cielo, incluso meterse en el mar delante de sus ojos.
-Leyendas...
-Explicaría porqué la NASA es tan misteriosa, porqué tiene una planta a la que solo unos pocos pueden acceder y sobre todo porqué hay dos formas de ver la creación de la vida, como tu dices. Si de verdad alguna fuera la correcta, no habría otra.
-¿Y qué crees que hacen con nosotros?, ¿y con qué fin?
-No lo sé Lucas. Experimentos...aún no lo sé, ni creo que lo averigüe en esta vida porque me da miedo y creo que es mejor no indagar. Ni si quiera hablar del tema, podría ser jugar con fuego.
-No creo que tengas una teoría clara que pueda hacerme creer lo mismo que tú.
-No, no la tengo, estoy en ello. Pero lo único que puedo decirte, es que es cierto que los OVNI's existen, que nada es imposible si todo lo que nos han contado hasta ahora es mentira y que todos nuestros movimientos están siendo controlados.
-Forma parte del sistema, Ana. Si no nos controlaran el mundo sería un caos.
-No te pido que creas lo mismo que yo. Solo te pido que pienses en cada una de las cosas que te he dicho, partiendo de la base de que todo, hasta ahora, es mentira. Y por favor, no hables de sistema y caos, porque los propios dueños del sistema, son los culpables del caos en el que vivimos; de que cada día el rico sea más rico y el pobre más pobre. ¿Para eso necesitan controlarnos?, ¿para crear un sistema de mierda?. Hasta mañana Lucas. Piensa mucho.
-Hasta mañana...
Y ahí se quedó Lucas; mirando al cielo apabullado, inquieto e inseguro. Pensando que su amiga estaba completamente loca pero que no había dicho nada sin sentido realmente. Y se fue corriendo a casa...a encerrarse y pensar en la verdadera creación de la vida. Algo que le asustaría por el resto de la suya.

lunes, 17 de agosto de 2015

Alocarte.

Cada persona tiene su propia "colgaera". En mi caso, tiendo a dramatizarlo todo porque nací por las letras, que me permiten dar dramatismo a todo lo que quiero y más. Todo el mundo está ligado a un arte (o varios) de forma más o menos estricta, y cada arte dota a cada persona con unas cualidades y una forma de ver la vida distintas. Cuanto más cercano al arte seas, mayor será tu colgaera; porque eso es el arte, ¿no? La llave maestra que abre las puertas de la locura.
Músicos, actores, bailarines, escritores, escultores, pintores y todo tipo de artistas...¿conocéis alguno cuerdo? Yo no, sea de la manera que sea. No es malo estar loco, lo malo es negar que lo estás y no saber que es un piropo.
El arte tiene el arte de alocarte, y no es porque sea malo, es porque supera los límites de lo bello, porque no se explica, solo se siente y fluye sin control, y todo lo que no tiene control ni explicación está tachado de ser una locura. Una verdadera ironía. Porque lo que realmente es una locura, es querer controlar algo invisible y explicar un sentimiento único de forma genérica. Así que no, ser una chalada dramática no es el peor de mis defectos, si no la mayor de mis virtudes porque el arte, tiene el arte de alocarte.

sábado, 21 de febrero de 2015

Atisbo de lucidez.

Llego tarde. Quizá no debería preocuparme, pues es más bien una cita conmigo mismo, pero algo me dice que me está esperando, aunque sea clínicamente imposible. Entro en el ascensor apurado y pulso el botón de la segunda planta. Al salir al pasillo me saludan cada dos pasos; ya me conocen, es como mi segunda casa, y ellos, mi segunda familia. Respondo con alegría pero no puedo pararme, como suelo hacer; no tengo tiempo.
- Buenos días Paco- dice el doctor en la puerta de la habitación-. Esta mañana la encuentro un poco agitada, ha preguntado dos veces por su padre.
- Buenos días doctor- sonrío, me alegra oír eso, me está esperando-, gracias. Me ha sido imposible llegar antes, ¿puedo pasar?
- Claro, adelante- dice abriéndome la puerta.
- ¿Papá, eres tu?- la oigo preguntar desde alguna parte de la habitación.
- Hola cariño- se me ilumina la cara al verla. Lleva puesto su vestido favorito y está de pie junto a la mesa; en ella, un desayuno con todo lujo de detalles-. ¡Pero qué guapa estás!, ¿has preparado todo esto para mí?
-Si, padre- me sonríe afablemente- quizá se haya enfriado un poco.
- Lo siento, tenía una cita muy importante mi amor, no he podido llegar antes.
Ella no responde, se limita a asentir a modo de comprensión y me hace un gesto para que me siente.
Después de todo debería estar acostumbrado, pero aún me chirría un poco. Llevamos unos cinco años así, no sabe quien soy, solo sabe hasta donde le alcanza la memoria; su padre. Al menos me reconoce. Cinco años viniendo todas las mañanas hasta que cae la tarde, porque yo si sé quien es ella, porque ninguna enfermedad va a poder conmigo.
Se levanta.
- Aura, ¿dónde vas?- pregunto preocupado, parecía triste-. No hemos terminado de desayunar.
No contesta. Me giro y la veo sentada en la cama, mirando un cuadro que tiene en la mesilla de noche. Lo ve cada día; en él, nuestra foto de boda. Pero no repara en el parecido de ese hombre conmigo, ni en su envejecimiento. Mi mujer cree que tiene unos treinta años y que yo soy su padre. El alzheimer no le ha permitido reconocerme desde hace mucho tiempo.
- Aura, ¿estás bien?- digo acercándome. Ella me mira y asiente.
- Creo que necesito descansar.
- Claro, tranquila. Duérmete.
La ayudo a tumbarse y me siento en la butaca que hay justo al lado. Podría pasarme todo el día mirándola. Es tan bonita...Es increíble cómo después de 45 años sigue embelesándome de la manera que lo hace.
Pasa el tiempo y Aura no se despierta; debe estar muy cansada; así que decido irme a comer y dar un paseo. Comprarle unas flores me parece una buena idea. Quizá ella no entienda muy bien porqué su padre le regala flores, pero sigo con la esperanza de que algo le conceda un momento de lucidez..
Cuando vuelvo, ya esta despierta. Esta tumbada en la cama leyendo una revista.
- Hola mi vida- le digo sonriendo. No se había dado cuenta de que había llegado.
Levanta la vista y me mira. Sus ojos empiezan a humedecerse, ¿qué le pasa?
- Aura...- digo arrastrando cada letra de su nombre mientras me acerco-. ¿Qué te pasa, mujer?- le entrego las flores-. No llores, estoy aquí contigo.
Ella me mira fijamente a los ojos; su rostro empapado de lágrimas.
- Muchas gracias por las flores- me sonríe. La sonrisa más bonita que he visto nunca.
- ¿Te gustan?- pregunto devolviéndosela.
- Son preciosas Paco- se me para el corazón-. Te quiero.
Ella ni si quiera se ha dado cuenta de lo que ha dicho. Se incorpora y pone las flores en el jarrón de la mesita. Yo estoy paralizado. No puedo contener el llanto. Aura se gira y me mira.
- ¿Qué te pasa papá?
Un momento. Solo ha sido un momento. Fugaz. Décimas de segundo. Pero ese mínimo instante ha hecho que merezcan la pena todos los días que he vivido durante cinco años. Y es el agua que le faltaba a la fuente de mi energía para seguir todos los que quedan.
- Te quiero, Aura.

domingo, 1 de febrero de 2015

Algo.

Siempre me planto delante de la pantalla a esperar que me llegue la inspiración para escribir algo que conmueva al mundo. Parece que no me doy cuenta de que día tras día es más difícil, y debería, puesto que siempre se queda en blanco. Páginas electrónicas para escribir...quizá sea ese uno de los motivos; toda esta especie de oleada de desconfianza hacia el todo, probablemente venga dada por la era tecnológica.
El caso es que no sé qué escribir. La gente ya a penas se para a sentir, a emocionarse. La situación que estamos viviendo hoy en día cada vez nos indigna más y nos motiva menos. Lo único que vemos es más y más rivalidad entre nosotros, más y más mentiras, más violencia, hostilidad...
Me da miedo saber dónde podría llegar esto. El consumismo va a acabar con todos nosotros.

martes, 9 de diciembre de 2014

Alrededor de humo.

Sola, sentada, pensando...alrededor de humo, como siempre.
Se ha convertido en mi mejor aliado, supongo que por lo que contiene; paz y tranquilidad. Lo que busco y amo cuando encuentro.
Cómo pasa el tiempo, ¿eh? Mi mayor enemigo. No me gusta estar marcada, influída y manejada por un reloj. Y si te paras a pensarlo, ¿a quién?
Que si cada minuto que pasa, es un minuto que no vuelves a recuperar; que si un día sin sonreír es un día perdido. El tiempo todo lo arrasa. Todo lo deja atrás.
Que si llego tarde a no sé dónde; que si a las cinco tengo que ir a no se qué. Todo lo marca. ¿Cuántos momentos congelarías?
No quiero tiempo. Para qué.
Me gusta ser libre y desgraciadamente es lo único que me encadena. Mi mayor enemigo. Y el tuyo.
Mi mejor aliado; humo. Mi mejor rato; a su alrededor.
Alrededor de humo, con su paz y tranquilidad; no hay mejor manera de no pasar el tiempo.

Pdt: El tiempo acaba de subir mi marcardor a veintiuno hace no más de dos horas y cuatro minutos. Feliz Cumpletiempo.

viernes, 31 de octubre de 2014

Libertad en vidrio.

Era una mañana bastante oscura. De esas que te levantas de la cama con el único deseo de volver a acostarte, pero a mí, no se porqué, me motivaba el día; claro que no sabía lo que me esperaba.
Eran ya casi las diez, tenía que salir de casa corriendo si no quería llegar tarde a las clases particulares de inglés que le daba a una amiga; suerte que no vivía lejos.
En la calle hacía un frío insoportable, y a pesar de estar ya bien entrada la mañana, no estaba muy habitada, pero bueno, la verdad que con esa rasca, no me pareció nada raro.
Estaba a punto de girar la esquina de la calle de mi amiga cuando un coche que conducía una afable anciana, se de detuvo frente a mí.
-Disculpe joven- dijo a la vez que terminaba de bajar su ventanilla-, he venido desde Córdoba a visitar a mi hija pero con tanto bloque no doy con su piso, ¿podría ayudarme?
-Claro señora- dije sonriendo, no había nada que me gustase más que prestar mi ayuda-. Dígame, ¿cuál es la dirección?
La señora sacó una mano temblorosa del coche y me tendió un papel. Pasé a leer directamente el bloque porque no tengo ni idea de los pasajes de mi barrio y, francamente, dudo que alguien la tenga. La hija de la señora vivía en los H, cerca del campo de fútbol, así que le indiqué en esa dirección.
La anciana pareció no entender nada y su cara de desconcierto me produjo compasión. Debía tener unos setenta años, me recordaba a mi abuelita.
-Lo siento, no he entendido nada- dijo con voz apenada- los años no perdonan, tal vez si pudiera acompañarme...
En seguida negué, nunca me había fiado de esas cosas...
-Señora me da mucho apuro pero llego tarde a dar clase y...
-No se preocupe- me interrumpió- intentaré encontrarlo sola o preguntaré más adelante.
¡Ah, maldita sea! Me dió tanta pena...
A día de hoy me sigo preguntando de dónde heredé esta dichosa empatía.
Cuando puso el coche en marcha le hice un gesto para que parase.
-Espere, deme un minuto. Hago una llamada y nos vamos.
Llamé a mi amiga para decirle que iba a tardar quince minutos más, que me había surgido un imprevisto. Una vez avisé, me monté en el coche y comencé a guiarla.
-En marcha- dije con una sonrisa que me correspondió la anciana de inmediato.
Ella seguía mis indicaciones y conducía un poco rápido, pero no le dí importancia, siempre me habían hecho mucha gracia las ancianas temerarias al volante; a veces incluso parecía que tomaba el rumbo segundos antes de mi indicación, como si supiera perfectamente dónde iba, pero debieron ser imaginaciones mías porque al llegar a la segunda rotonda que debíamos tomar, se equivocó.
-Se ha confundido señora- le dije con toda la amabilidad de la que fuí capaz- le indiqué que girase a la derecha por la parte interior y se ha metido por la exterior.
-Lo siento hija, no me he dado cuenta.
-No se preocupe, nos meteremos otra vez más adelante.
-Claro- la señora sonrió y en ese momento noté algo extraño en aquel coche. El ambiente se tornó frío y tenso. Algo pasaba.
La mujer cerró todos los pestillos y se metió en el carril que llevaba a la autopista dirección Sevilla.
-Señora, ¿qué hace?, ¿dónde va?- no recibí respuesta, ella sólo endureció el gesto-. Señora, por favor...¿dónde me lleva?
- Gracias por haberme ayudado, me caes bien. Gente como tú hace que me dé pena dedicarme a este negocio, pero se me pasa enseguida cuando pienso que te estoy enseñando una lección; no te fíes de nadie.
Nada quedaba ya de la entrañable anciana que me había parecido anteriormente. Su rostro se había vuelto cruel.
-Señora, ¡por diós!...no me haga esto, ¡lléveme a casa!, ¡quiero ir a casa!- fue lo último que conseguí decir antes de echarme a llorar con un tremendo ataque de ansiedad y un temblique de pies a cabeza. Intenté chillar, golpear los cristales, hacer algo que que advirtiera a la gente de mi situación, pero no pude. Estaba paralizada, era presa del pánico. Debí desmayarme porque no recuerdo nada más hasta que me desperté.
Ya no viajábamos solas. Podía sentirlo. Tenía los ojos vendados, las manos atadas y estaba tumbada, por lo que supuse que me habían mudado al asiento de atrás durante mi desmayo. La señora y el nuevo copiloto empezaron a hablar, pero yo no podía oír nada. Todas las cosas que pasaban por mi cabeza sonaban mucho más alto que sus voces. Era un manojo de nervios y tenía mucho miedo, además de frío y hambre. No podía concentrarme en nada más que no fueran mis sentidos y emociones, y en intentar controlarlas.
El coche se detuvo, al igual que mi corazón unos diez segundos más tarde, cuando abrieron la puerta trasera y el hombre que se unió a la maldita anciana durante el trayecto, me sacó de él de muy mala manera. Me quitó la venda de un tirón, mis ojos tardaron un tiempo en acostumbrarse a la claridad.
-Bienvenida a tu nuevo hogar- dijo con tono irónico. Tenía un marcado acento ruso, o de por ahí, del Este de Europa.
Estábamos en un chalet con un terreno enorme. El jardín tenía el césped perfectamente cuidado y una piscina gigante con hamacas y sombrillas alrededor. Parecía la típica casa de ricachones corruptos que aparecía en las películas; nada más lejos, pues había hombres enchaquetados y con pinganillos en las orejas en cada puerta que daba al jardín, y también en la cancela de la entrada...¿qué era eso?
Lo cierto es que el sitio era precioso, y claro que me habría gustado que fuera mi hogar, pero con mi familia, no con esa panda de rusos trajeados, o lo que quiera que fueran.
Rusos trajeados...no tardé en atar cabos.
Finca de lujo, señores con pinta de los Países del Este, secuestro a una chica blanca de 20 años...no cabía duda, había entrado a formar parte de la red del trato de blancas.
No pude evitar que me flaquearan las piernas ante mi descubrimiento y caí al suelo. El gorila que me llevaba agarrada del brazo me levantó de un tirón y me soltó una bofetada bastante imponente. Desde luego, no se me ocurriría volver a caerme.
¿Qué iba a pasar? Mi vida había acabado. No podía creerlo, ¿cómo iba a ser?, ¿estaba soñando?, ¿me había metido en las míticas películas de drama de los sábados a las cuatro de la tarde? Nada de esto; todo era real. Supongo que nadie piensa que le va a pasar a él hasta que le toca. Secuestrada y convertida en esclava sexual de ricachones asquerosos...no terminé de creérmelo hasta que, después de lavarme, vestirme, peinarme y maquillarme, me lanzaron a un cuarto donde esperaba un señor repulsivo.
-Hombre, ya era hora putita- dijo de forma déspota- quítate la ropa.
Fue la patada más dura que me pudo dar para sacarme de mi ensimismamiento. Tres palabras convertidas en el golpe más duro de realidad que había recibido hasta ese momento...
Desde entonces, no lloro. No siento, ni padezco. Me dedico a mirar sin ver, a escuchar sin oír y a meditar un plan que me permita acabar con todas las personas de este lugar sin antes recibir un tiro en la cabeza. Mi vida aquí vale tan poco...
Me pregunto cómo estarán mis padres, mi familia entera, mis amigos...me pregunto porqué a mí. Porqué nadie viene a salvarnos. Qué pasa con la autoridad de este país...aunque bueno, no sé de qué me asombro. No es que no sepan nada de esto, es que prefieren mirar para otro lado y, de vez en cuando, asomar la cabeza por aquí y probar la mercancía con la que se lucran.
Sabemos más de lo que nos gustaría. Jamás nos permitirían salir de aquí con vida y ya he perdido la esperanza de que algún día lleguen a desmantelar esta maldita red de tráfico. Llevo aquí solo tres meses y, si todo sigue igual, no sé si llegaré a cumplir el cuarto...y como yo, veinte chicas más sólo en esta finca, más las millones que hay por el mundo, más las que quedan por raptar. Convivimos con esto y poco o nada se hace por paliarlo.
Solo me queda decir, por si algún día esto llega a las manos adecuadas; aunque casi tengo la certeza de que no será así; que tengáis cuidado, jamás os fiéis de nadie, ni si quiera de personas que parezcan inofensivas, pues creo que ha quedado bastante claro que las apariencias engañan. Y si os compadecéis y queréis ayudarnos, llamad a los medios, la única manera de que paren esto es hacerlo público.
Att: Rozzane.

Doblo el papel en cuatro mitades, lo enrollo y lo meto en la botella de vino que se bebió enterita mi último "cliente" antes de caer como un tronco, me alegro, estos son los que se agradecen; se emborrachan, lloran y se duermen. He decidido poner un nombre falso por si lo encontrase alguno de mis "jefes", ya que rodaría mi cabeza en menos de diez segundos. Estoy en una habitación del segundo piso en la parte trasera de la casa, que da a un inmenso bosque de no sé donde. Aún no he conseguido averiguarlo, sólo sé que sigo en Andalucía y que a los andaluces les gusta mucho el campo. Así que me acerco a la ventana, suspiro y lanzo con todas mis fuerzas la única esperanza de volver a casa algún día...